ACADEMIA DE 14 AGOSTO DE 2012

ACADEMIA DE  14 AGOSTO DE 2012
TURNO VESPERTINO

miércoles, 12 de abril de 2017

EDUCACIÓN Y MEMORIA, VILMA FUENTES.

Educación y memoria
Vilma Fuentes
S
in ir a tiempos más remotos, la reflexión a propósito de los métodos educativos y de las metas buscadas proponía caminos distintos, para no decir opuestos, entre dos grandes humanistas del Renacimiento francés: François Rabelais y Michel de Montaigne, ambos críticos acerbos del sistema educativo de la Sorbona en esa época. Sin embargo, discrepancias e inquietudes de estos dos pensadores son hoy tan vigentes como lo fueron en los siglos XV y XVI, durante las vidas de éstos.
Príncipes del Renacimiento pensante, Rabelais, médico de formación, y Montaigne, magistrado y diplomático, autopsian y analizan su tiempo sin complacencias auxiliados por una erudición y una curiosidad universales. Admirador, el primero, de Platón, el segundo de Séneca, los dos se inspiran en la antigüedad grecolatina para iluminar lo que consideran la oscuridad medieval.
Porque la guerra de Rabelais como de Montaigne es contra los mismos enemigos: la ignorancia y el adoctrinamiento. Para ilustrar sus ideas sobre la educación, Rabelais se sirve de la farsa y la risa (La risa es lo propio del hombre), en sus parodias de la novela de caballería, pero también novelas filosóficas: Pantagruel Gargantúa. Gargantúa desea que su hijo Pantagruel llegue a ser un abismo de ciencia, una cabeza bien llena, para así poder discutir sobre cualquier tema. Para ello, debe memorizar lenguas y ciencias. Para Montaigne, en cambio, más vale una cabeza bien hecha que una cabeza llena. Si ni uno ni otro limitan la educación a los métodos mnemotécnicos, Rabelais insiste en el aprendizaje de memoria: si el niño no entiende todo ahora, lo comprenderá más tarde, poseedor de la riqueza adquirida en la infancia.
Aprender de memoria poemas, fórmulas matemáticas, geografía o historia despierta la curiosidad. Una curiosidad tanto más excitante cuanto mayor es la incomprensión, es decir, el enigma que lo incomprendido propone a la reflexión.
Desde mayo de 1968, en Francia, se puso en duda el aprendizaje de memoria, diciéndose que era inútil cansar a los niños obligándolos a ejercicios de memoria inútiles. Se habló de educación libre y se dejó de lado lo esencial, la instrucción: aprender a leer, a escribir y a contar. Se debía, en cambio, formarlos en los moldes de la política conforme, correcta y uniforme. Adoctrinarlos, incluso. Al terminar la primaria, los angelitos no sabían leer ni escribir, pero obedecían al retrato denunciado por Alexis de Tocqueville en su Despotismo democrático: Veo una muchedumbre de hombres semejantes e iguales que giran sin descanso sobre ellos mismos para procurarse pequeños y vulgares placeres con que se llenan el alma. Cada uno de ellos, retirado aparte, es como un extranjero al destino de todos los otros: sus hijos y amigos particulares forman para él toda la especie humana; en cuanto al resto de sus conciudadanos, están a su lado, pero no los ve; los toca y no los siente, no existe más que en él mismo y sólo para él, y, si le queda aún una familia, se puede decir, al menos, que ya no tiene una patria.
A cada cambio de gobierno en Francia, se buscan soluciones para mejorar la educación, se da un paso adelante y otro atrás creyendo ser siempre revolucionario cuando se es, a menudo, retrógrado. Se oponen quienes creen que la educación corresponde a los padres y la instrucción a la escuela contra quienes piensan que es en la escuela donde el niño debe ser educado para ser buen ciudadano.
¿Hay alguna cuestión más grave que la de la educación? ¿Qué hacemos de nuestros hijos? Está bien darles nacimiento, no es lo más difícil. Lo arduo comienza inmediatamente después: su educación. El filósofo Jean-Jacques Rousseau escribió todo un libro consagrado a este tema: L’Emile. Pero él abandonó a sus propios hijos confiándolos a la asistencia pública porque no se sintió capaz de educarlos.
Lo más difícil no es ser buen profesor sino ser buen padre o buena madre. Y para esto, por desgracia, no hay escuela.

EL NUEVO INJERTO EDUCATIVO DE MISTER NUÑO, CÉSAR NAVARRO

El nuevo injerto educativo de mister Nuño
César Navarro*
D
ebieron transcurrir más de cuatro años, padecerse dos secretarios de Educación y enfrentarse un conflicto magisterial de enormes dimensiones para que final y tardíamente los conductores de la reforma educativa anunciaran que ahora contaría con el componente pedagógico-curricular del que careció desde su diseño e imposición, el cual ha sido presentado como el Nuevo Modelo educativo nacional, punto culminante y más innovador de la reforma educativa. Esta ruta de construcción (imposición) de la reforma, desde sus orígenes representó una aberración y un contrasentido, al priorizar la aprobación de normas constitucionales y legales para disponer de instrumentos de coerción aplicados mediante evaluaciones y sanciones laborales a los docentes con el intento de someterlos a los dictados de la reforma. Con la emisión del rezagado modelo se validan las críticas y cuestionamientos planteados muy tempranamente por el magisterio opositor, académicos y analistas educativos, al señalar que para los impulsores de la reforma lo que menos había importado fueron la formulación de contenidos sobre aprendizajes y estrategias de enseñanza; cuestiones básicas e ineludibles en toda reforma educativa bien fundamentada y diseñada.
Bajo estas circunstancias la reforma nació con malformaciones congénitas y pese a los intentos por recomponerla con parches e injertos insustanciales ha preservado su naturaleza regresiva y su perfil deforme, contrahecho y atentatorio de la escuela pública; es decir, no tiene compostura ni remedio. Ello explica que en pleno declive y ocaso del proyecto educativo sexenal y el innegable fracaso de la reforma por la acción opositora magisterial, el gobierno federal y la autoridad educativa hayan lanzado su novedoso modelo educativo: último y postrer intento para revertir el masivo rechazo social y magisterial a la que dicen ser la más trascendental de todas sus reformas.
La más reciente mercancía educativa ha sido anunciada como portadora de los componentes más innovadores mediante los que finalmente daremos el ansiado y definitivo salto hacia piscina de la calidad educativa, donde nadaremos como campeones olímpicos. En el clímax de la autocomplacencia, Peña Nieto y su secretario de Educación la han calificado de la mayor revolución educativa en más de un siglo en nuestro país. Sin embargo, su modelo ha sido recibido con optimismo de muy pocos: los siempre leales y serviles dirigentes del SNTE, los intelectuales orgánicos de la SEP y de los medios monopolizados; los funcionarios asalariados de la SEP, así como los asistentes convocados para emocionarse y aplaudir los magistrales y enternecedores discursos del titular de esa secretaría.
El multicitado modelo ha quedado plasmado hasta ahora en una extensa presentación que prefigura futuros temas y contenidos que éste desarrollará, así como metas y objetivos que se propone alcanzar más adelante, igualmente anuncia el proceso construcción y transición curricular de la educación básica y media superior y una nueva generación de materiales educativos y libros de texto para ambos subsistemas. El eslogan más divulgado y representativo y al parecer de vanguardia dentro el modelo es el que anuncia que partir de su aplicación los alumnos en la escuela prioritariamente aprenderán a aprender. Ésta, que es presentada como novedad pedagógica, no es tal; parten del supuesto que los maestros y la comunidad educativa no tienen antecedentes de conocimiento y nociones sobre de esta propuesta ya existente dentro de las ciencias de la educación desde hace tiempo. Existe igualmente otro nutrido cúmulo de innovaciones que el modelo ofrece, entre otras: flexibilidad y autonomía curricular y de gestión en la escuela; más espacios de libertad para las comunidades educativas; sin embargo, la mayoría de estas bondades inscritas en el discurso, están en contradicción y resultan inviables en los hechos, ante las medidas de contención y control impuestas a las comunidades escolares por la propia reforma educativa.
Hay muchas otras cuestiones a discutir sobre el modelo y seguramente el debate se extenderá por más tiempo y habrá otras oportunidades para continuarlo. Sin embargo, no quiero dejar de lado una de las metas planteadas como centrales del modelo y que más ha propalado y reivindicado el secretario Nuño como un futuro logro del modelo. Sostiene que para a la puesta en marcha del programa curricular del nuevo modelo en 2018 el inglés será obligatorio en todo el país y en todos los niveles educativos que comprende este modelo: la aspiración de mister Nuño es que en un tiempo no distante se enseñe y aprenda en inglés y español y el sistema educativo mexicano sea un sistema plenamente bilingüe. ¿Estaremos l@s profesor@es de la escuela pública fatalmente destinados convertirnos en misses y teachers? ¿Pretenden que seamos portadores de la anexión cultural bajo el discurso de la globalidad modernizadora?
Mister Nuño, durante su activa promoción del modelo, no ha dudado en llevarlo al campo de la disputa electoral y alertado sobre el riesgo de que éste sea borrado por un precandidato presidencial que no se atreve a nombrar. Implícitamente ha llamado a votar por su decrépito partido para garantizar la permanencia de la reforma y su modelo. No puedo asegurar que el precandidato no nombrado vaya a convertirse en el ángel vengador y exterminador de la reforma, pero de lo que sí tengo mucho más certidumbre es de que la reforma será finalmente derrotada por la resistencia y la lucha magisterial.
* Investigador del Instituto Mora