período 1970-1988: la transición del nacionalismo tradicional a la globalización
Luis Echeverría Alvarez (1970-1976)
Comenzó su mandato en una coyuntura política desfavorable. En el país no se habían restañado los efectos producidos por la ruptura política de 1968, y en el exterior comenzaban a darse en la economía mundial los primeros síntomas del proceso inflación-recesión, que culminarían en una crisis en 1973. La repercusión inmediata del fenómeno mundial se expresó en una rápida elevación de precios, escasez de circulante, desempleo y escasa inversión privada.
El signo del gobierno echeverrista quedaría determinado por esos fenómenos. Este incrementó la inversión pública en los sectores estratégicos de la economía nacional: petróleo, energía eléctrica, infraestructura portuaria y caminos.
La reducción de las exportaciones y el aumento de las importaciones de máquinas y equipos, imprescindibles para la modernización tecnológica de las industrias mexicanas, aumentaron el déficit del presupuesto federal y aceleraron el endeudamiento externo. La deuda externa alcanzó la cifra de 20,000 millones de dólares durante su gestión y la tasa de inflación fue del 27% en 1976, último de su sexenio, que acabó sus días con la devaluación del peso (31 de agosto de 1976). Este fenómeno fue grave porque México había mantenido su paridad (12.50 por dólar) desde 1954.
Echeverría dio un sesgo populista a su gobierno y atacó a los empresarios que, a decir de él, habían amasado fortuna poniendo sus intereses personales por encima de la nación. Creó el Instituto del Fondo Nacional para la Vivienda de los Trabajadores (INFONAVIT) y el Instituto Mexicano de Comercio Exterior, en beneficio de las empresas exportadoras. Promovió una legislación de estímulos a la iniciativa privada. Inició un proceso de administración pública que contemplaba el control por parte del estado de los organismos descentralizados y empresas de participación estatal, cuyo número ascendió entonces a 740.
Creó las secretarías de Turismo y de la Reforma Agraria (antes departamentos). Dio un estilo muy personal a su régimen, que provocó controversias, pues entró en confrontación directa con grupos empresariales y miembros del propio sistema político. Usó un discurso progresista y durante la mayor parte de su período de gobierno no puso restricciones a la libertad de expresión (sin embargo, en 1976 promovería un abrupto cambio de dirección en un importante diario nacional). Al mismo tiempo fue un duro combatiente de la oposición armada que se había generado luego de la derrota del Movimiento Estudiantil de 1968. Ejerció la crítica contra Estados Unidos y fue solidario con las causas democráticas de otros países. Dio asilo político a más de 1,000 chilenos perseguidos por el régimen golpista de Augusto Pinochet, así como a numerosos argentinos y uruguayos que también padecieron persecución política en sus países.
Llevó la voz de México a los foros internacionales y fue promotor de la causa de las naciones del Tercer Mundo. Pugnó en esos foros por un nuevo orden económico mundial, basado en relaciones de justicia. Fue autor de la Carta de los Derechos y Deberes Económicos de los Estados, aprobada en 1974 en la Asamblea General de las Naciones Unidas. Logró la fundación del SELA (Sistema Económico Latinoamericano) organismo destinado a desarrollar la economía de los países de la zona. En 1975 rompió las relaciones con la España de Franco a raíz del asesinato a garrote vil de 5 jóvenes guerrilleros vascos y dio carta de naturalización a los descendientes de los trasterrados españoles que residían en México.
Se manifestó por la suspensión de sanciones a Cuba. En el rubro educativo impulsó la fundación de escuelas agropecuarias, el Colegio de Bachilleres, la Universidad Autónoma Metropolitana y el Centro de Estudios del Tercer Mundo.
José López Portillo (1976-1982)
El gobierno del Presidente López Portillo inició y concluyó en un ambiente de crisis, si bien durante algunos años se vivió una situación de prosperidad, gracias sobre todo al auge de los ingresos y los empréstitos originados en la explotación petrolera.
El antiguo esquema de desarrollo acelerado llegó a su fin. Las estructuras de éste, inalterables desde los años 40, ya no correspondían a las nuevas exigencias de la economía mundial. López Portillo parecía vislumbrar con claridad los cambios internacionales, puesto que al tomar posesión de la Presidencia prefiguró un escenario que viviría más tarde el país: "...problemas mundiales y necesidades inaplazables de nuestro desarrollo acelerado, nos impusieron una realidad insoslayable: inflación complicada después con recesión y desempleo".
López Portillo, aprovechando la coyuntura internacional (ascenso espectacular del precio del petróleo en 1973, que duró hasta principios de los años ochenta), orientó en gran medida la economía a la explotación de hidrocarburos, con lo que obtuvo recursos para financiar un desarrollo acelerado, mediante grandes empréstitos de la banca internacional.
El crudo se convirtió en el principal renglón de exportación (71%) y el ingreso más fuerte del sector público federal (43%). La tasa de crecimiento de la economía superó a la de la población, con lo que quedaba resuelto el problema del empleo. Pero la mono-exportación alentada por el Estado, traería consecuencias hacia 1981, dado que no cambiaba los lineamientos de su política económica.
La deuda externa que en un principió se contrató para expandir la plataforma petrolera, ahora se contrataba para financiar el pago del servicio de la misma. Comenzó la fuga masiva de capitales y la primera reestructuración de la deuda, problema que se convirtió en nacional (1982), como nacionales fueron los efectos de la política de austeridad que hubo que implantar. La reestructuración de la deuda se heredó al siguiente gobierno, que hizo de ella uno de los objetivos básicos de sus políticas.
Cuando López Portillo nacionalizó la banca (1982) la inflación era de un 98.8% anual y la deuda externa alcanzaba la cifra de 66,000 millones de dólares. A raíz de la nacionalización-estatización se creó un conflicto grave con la clase empresarial. Se planteó el problema de los límites del derecho del Estado a intervenir en la vida económica del país.
Miguel de la Madrid (1982-1988)
La elevada inflación, la gran magnitud de la deuda externa, y el conflicto de la nacionalización bancaria que enfrentó el nuevo gobierno, hicieron que las estrategias económicas de Miguel de la Madrid se enfocaran a controlar el proceso inflacionario y a reestructurar la deuda externa.
Se aplicaron políticas coincidentes con el Fondo Monetario Internacional (FMI), tendientes a reducir el gasto público mediante el adelgazamiento del Estado (las 1,155 empresas paraestatales se reducen a 697), y a controlar los salarios. Conforme a esos lineamientos, se diseñó un programa económico de bloques para asegurar el apoyo de los obreros, campesinos y empresarios en su tarea de superar la crisis. Acontecimientos de gravedad ocurridos durante el período fueron la caída de los precios internacionales del petróleo y los terremotos de septiembre de 1985, que devastaron la Ciudad de México.
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