ACADEMIA DE 14 AGOSTO DE 2012

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TURNO VESPERTINO

lunes, 7 de abril de 2014

MÉXICO. 30 años de Neoliberalismo y 20 de TLCAN (1/3)
David Márquez Ayala
Nuestro país fue claramente alineado en la órbita neoliberal a partir de la incrustación en 1982 del núcleo afín a esa ideología en los puestos clave del gobierno y el legislativo fundamentalmente.
Múltiples han sido los agravios que los agentes neoliberales en el poder - escudados inequívocamente en las siglas electorales PRI-PAN-Verde-Panal - han asestado a México. Hoy abordaremos el tema externo.
La apertura externa
Clave en el cambio al paradigma neoliberal fue la apertura precipitada, excesiva y perjudicial del sector externo a mediados de los 80s. De una economía altamente protegida de la competencia externa (demasiado en ciertos aspectos), en 1986 el gobierno insertó a México en el Acuerdo General de Aranceles y Comercio (GATT, hoy OMC) haciendo concesiones de apertura comercial de tal envergadura, profundidad y precipitación que tal parecía que el objetivo no era dosificar una apertura externa sana, selectiva y gradual para impulsar la transformación y mejora de la planta productiva del país - en especial la industrial - sino borrar con saña del mapa lo avanzado en el aun inmaduro proceso de industrialización. Decenas de miles de empresas pequeñas, medianas e incluso grandes sucumbieron ante esa súbita confrontación con los productos que de todo el mundo empezaron a fluir en competencia desventajosa hacia México a finales de los años 80 (Gráfico 1).
El Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) que México firmó con Estados Unidos y Canadá y entró en vigor el 1º de enero de 1994, fue de hecho una profundización de la apertura comercial ya en curso, aunque agravada por las concesiones en sectores clave como el agroalimentario; pero más allá, su nocividad principal para el país radicó en la liberalización de la cuenta externa de capital, es decir, en la aceptación del libre flujo de capitales de y hacia el exterior, incluyendo las inversiones extranjeras directas (en empresas) y las de cartera (en valores), dándoles además el trato de nacionales y por lo tanto acceso sin restricciones a invertir, comprar y operar en el campo, la industria y los servicios.
El balance comercial
En un primer análisis estadístico - sin considerar los efectos de fondo - la apertura comercial parece arrojar resultados positivos para México. Tanto las exportaciones como las importaciones de mercancías han crecido aceleradamente en los últimos 30 años, y su saldo global es de un pequeño déficit en la balanza comercial (Gráfico 1).
El comercio del TLCAN en particular muestra, así mismo, un fuerte crecimiento e incluso arroja un superávit considerable (113 mil millones de dólares en 2013) a favor de México. Este resultado positivo, sin embargo, debe ser matizado con dos elementos: 1) que las cifras incluyen las exportaciones de petróleo a Estados Unidos, y 2) que "nuestras" exportaciones de manufacturas son en su mayor parte productos maquilados aquí por las propias empresas extranjeras que las contabilizan como productos terminados al exportarse, pero incluyen un alto porcentaje de partes e insumos importados que no necesariamente proceden de Estados Unidos o Canadá, pero sí de sus empresas, filiales o proveedores en Asia y otras regiones con las que tenemos un comercio fuertemente deficitario.
Balance en Cuenta Corriente
Al sumar el comercio de servicios al de mercancías, los resultados de la apertura empiezan a ser menos positivos e incluso se tornan negativos. Tras el cuidado equilibrio externo de los 50s y 60s del pasado siglo, en los 70s México relaja sus controles y la Cuenta Corriente empieza a registrar déficits considerables (Gráfico 2), los cuales se profundizan a partir de la apertura en los 80s, hasta acumular en la más reciente década (2004-2013) un déficit de -120 mil millones de dólares, y eso incluyendo las cuantiosas transferencias netas (211 mil mdd) de los migrantes.
Balance en Cuenta de Capital
La apertura, flexibilización y desregulación de las entradas y salidas de capital ha constituido, en especial, un grave daño para el país. La economía mexicana "funciona" cada vez más gracias al dinero ajeno ya sea que éste provenga de préstamos, inversiones directas o inversiones financieras, aunque estas últimas son particularmente nocivas por su volatilidad y los montos que representan. El saldo acumulado de la cuenta de capital en la última década ascendió a 316 mil millones de dólares (Gráfico 2).
Nuevamente, del moderado endeudamiento de los 60s, el país pasó al severo endeudamiento de los 70s y, con la apertura, al financiamiento en gran escala vía inversión extranjera.
Paradójicamente a la par que el país contrae pasivos con el exterior para financiarse (566 mil millones de dólares en la última década), mexicanos sacaron del país 250 mil millones para inversiones o depósitos en el exterior (activos) (Gráfico 3).
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