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Hace apenas algunos años, la última gran metrópoli maya antes de la lle-gada de los españoles, Mayapán, Yucatán, fue de nuevo explorada por los arqueólogos. Según el padre Landa, esta ciudad fue fundada por Kukulcán, quien habría llegado de México y poco después regresó a su lugar de origen. Distingue a la parte central de Mayapán una gran pirámide de cuatro escalinatas y nueve cuerpos, similar al Castillo de Chichén Itzá pero de menor tamaño. Existe también un edificio circular que recuerda al observatorio del Caracol de esta última ciudad. La escalina norte del Castillo de Mayapán (Q162) nos brinda el espectáculo de una hierofanía solar, juego de luz y sombra, pero no en el ocaso del día del equinoccio sino en el del solsticio de invierno. Por otra parte, el Edificio Circular de Mayapán (Q152) funciona de manera semejante al Caracol de Chichén Itzá; es decir, sus cuatro vanos de acceso señalan puntos hacia el horizonte donde el Sol alcanza importantes posiciones astronómicas y calendáricas. Mural en la Sala de los Frescos Los recientes trabajos arqueológicos en Mayapán sacaron a la luz la llamada Sala de los Frescos (Q161). Se trata de un pequeño edificio adosado al Castillo en su lado oriente y aproximadamente a unos 30 m del Edificio Circular. En su muro central se descubrió un mural de excepcional significado solar. En una serie de paneles rectangulares aparece un gran disco solar amarillo con rayos rojos. En el interior de cada Sol se plasmó a un personaje distinto, en posición descendente y ricamente ataviado. Cada disco solar es custodiado a ambos lados por un personaje que sostiene en las manos una especie de lanza. Por su colorido y estilo parecería más bien un mural elaborado en el Altiplano Central de México. Aunque ambos lados del muro pintado se enfrentan directamente al norte y al sur; dos días en el año los rayos solares, que se desprenden de la cúspide del Edificio Circular, iluminan de manera rasante los soles descritos. Tales fechas, 9 de abril y 2 de septiembre, no son fortuitas, ya que si bien no corresponden a ningún evento astronómico importante, sí manifiestan momentos fundamentales en Mesoamérica. En efecto, esas fechas son de gran trascendencia porque dividen al año solar en múltiplos de 73 días. Este número representa un elemento muy importante en el sistema calendárico mesoamericano porque corresponde al número de ciclos del calendario ritual de 260 días, el tzolkín, que deben transcurrir para que el calendario solar de 365 días, el haab, complete 52 ciclos. Cuando esto sucedía se efectuaban en toda Mesoamérica fastuosas ceremonias para celebrar que se completaba ese gran ciclo calendárico. Grandes estructuras arquitectónicas mesoamericanas se alinean con el Sol para indicar la excepcional importancia de esos dos momentos en el sistema calendárico prehispánico. Cabe destacar que la cuenta de días de 73 es la base para calibrar el periodo sinódico de Venus, es decir, el periodo de observación de este planeta desde la Tierra: 584 días (8 x 73). Tal intervalo fue registrado con gran detalle en el códice maya que se encuentra en la ciudad alemana de Dresde. |
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Hace apenas algunos años, la última gran metrópoli maya antes de la lle-gada de los españoles, Mayapán, Yucatán, fue de nuevo explorada por los arqueólogos. Según el padre Landa, esta ciudad fue fundada por Kukulcán, quien habría llegado de México y poco después regresó a su lugar de origen. Distingue a la parte central de Mayapán una gran pirámide de cuatro escalinatas y nueve cuerpos, similar al Castillo de Chichén Itzá pero de menor tamaño. Existe también un edificio circular que recuerda al observatorio del Caracol de esta última ciudad. La escalina norte del Castillo de Mayapán (Q162) nos brinda el espectáculo de una hierofanía solar, juego de luz y sombra, pero no en el ocaso del día del equinoccio sino en el del solsticio de invierno. Por otra parte, el Edificio Circular de Mayapán (Q152) funciona de manera semejante al Caracol de Chichén Itzá; es decir, sus cuatro vanos de acceso señalan puntos hacia el horizonte donde el Sol alcanza importantes posiciones astronómicas y calendáricas. Mural en la Sala de los Frescos Los recientes trabajos arqueológicos en Mayapán sacaron a la luz la llamada Sala de los Frescos (Q161). Se trata de un pequeño edificio adosado al Castillo en su lado oriente y aproximadamente a unos 30 m del Edificio Circular. En su muro central se descubrió un mural de excepcional significado solar. En una serie de paneles rectangulares aparece un gran disco solar amarillo con rayos rojos. En el interior de cada Sol se plasmó a un personaje distinto, en posición descendente y ricamente ataviado. Cada disco solar es custodiado a ambos lados por un personaje que sostiene en las manos una especie de lanza. Por su colorido y estilo parecería más bien un mural elaborado en el Altiplano Central de México. Aunque ambos lados del muro pintado se enfrentan directamente al norte y al sur; dos días en el año los rayos solares, que se desprenden de la cúspide del Edificio Circular, iluminan de manera rasante los soles descritos. Tales fechas, 9 de abril y 2 de septiembre, no son fortuitas, ya que si bien no corresponden a ningún evento astronómico importante, sí manifiestan momentos fundamentales en Mesoamérica. En efecto, esas fechas son de gran trascendencia porque dividen al año solar en múltiplos de 73 días. Este número representa un elemento muy importante en el sistema calendárico mesoamericano porque corresponde al número de ciclos del calendario ritual de 260 días, el tzolkín, que deben transcurrir para que el calendario solar de 365 días, el haab, complete 52 ciclos. Cuando esto sucedía se efectuaban en toda Mesoamérica fastuosas ceremonias para celebrar que se completaba ese gran ciclo calendárico. Grandes estructuras arquitectónicas mesoamericanas se alinean con el Sol para indicar la excepcional importancia de esos dos momentos en el sistema calendárico prehispánico. Cabe destacar que la cuenta de días de 73 es la base para calibrar el periodo sinódico de Venus, es decir, el periodo de observación de este planeta desde la Tierra: 584 días (8 x 73). Tal intervalo fue registrado con gran detalle en el códice maya que se encuentra en la ciudad alemana de Dresde. |
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