¡Idolatría! fue lo que gritaron los frailes españoles cuando entraron en la Gran Tenochtitlán y vieron los templos, luego ellos desaparecerían las 20 festividades religiosas que los Aztecas tenían e impondrían las 137 que denominadas como "fiestas de guardar" se realizaron durante largos tres siglos. La Piedra del Sol, por fortuna, dadas sus dimensiones, no fue masacrada y pulverizada, durante mucho tiempo estuvo enterrada en la esquina nor-poniente del Zócalo, luego fue rescatada, en 1791, y colocada en la parte baja de la torre poniente de la catedral. En este acercamiento a la extraordinaria fotografía de W.H: Jackson tomada aproximadamente en 1885 lo podemos notar claramente.
Cuando don Porfirio Díaz dispuso la construcción del Museo Arqueológico, la Piedra del Sol fue trasladada a ese recinto a un costado del Palacio Nacional en la calle de Moneda, esto en 1887. En su lugar se colocó una placa que dice "Línea de referencia en sustitución a la tangente inferior al Calendario Azteca".
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