Independencia
En Chilpancingo se reunieron José María Morelos,
Ignacio Rayón, José M. Liceaga, Carlos María de Bustamante, Andrés Quintana Roo,
entre otros, para hacer la primera declaración de independencia de México,
durante el Congreso de Anáhuac celebrado en 1813. La ciudad después se
convertiría en capital del estado que tomó el apellido de Vicente
Guerrero.
Murguía, palacio del gobierno de Guerrero en la ciudad
de Chilpancingo, litografía. En Manuel Rivera Cambas, México
pintoresco, artístico y monumental, México, imprenta de la reforma,
1882.
Ignacio Rayón, José M. Liceaga, Carlos María de Bustamante, Andrés Quintana Roo,
entre otros, para hacer la primera declaración de independencia de México,
durante el Congreso de Anáhuac celebrado en 1813. La ciudad después se
convertiría en capital del estado que tomó el apellido de Vicente
Guerrero.
Murguía, palacio del gobierno de Guerrero en la ciudad
de Chilpancingo, litografía. En Manuel Rivera Cambas, México
pintoresco, artístico y monumental, México, imprenta de la reforma,
1882.
El 6 de noviembre de 1813 el Congreso de Anáhuac, reunido en la ciudad de Chilpancingo a instancias de don José María Morelos y Pavón, promulgó el acta por la que se declaraba “rota para siempre jamás y disuelta la dependencia del trono español”, y se señalaba como traidor a la patria a quien se opusiera a la independencia de la nación mexicana, que entonces fue llamada América Septentrional, como reza el título del documento que dio fe del acontecimiento: “Acta Solemne de la Declaración de Independencia de la América Septentrional”. Se necesitaron tres años de guerra para conseguir que en Chilpancingo se reunieran los representantes de todas las provincias de la Nueva España e instalaran el Congreso de Anáhuac, inaugurado por Morelos en septiembre de 1813 con la lectura de los Sentimientos de la Nación, en los que pedía a los diputados que declararan a la nación libre e independiente de cualquier otra. La guerra había sido iniciada en septiembre de 1810 por Miguel Hidalgo y Costilla. El llamado a la rebelión del cura de Dolores reflejaba el sentir de muchos habitantes de la Nueva España, por lo que en pocos días reunió un numeroso grupo de entusiastas voluntarios que formaron un ejército desordenado, el cual, luego de algunos éxitos, fue destrozado en tres sangrientas batallas. Después, Hidalgo y sus principales lugartenientes se dirigieron al norte del país, donde fueron capturados a traición y ejecutados en julio de 1811. Pero antes de salir derrotado, Hidalgo se entrevistó con un antiguo alumno suyo, el cura José María Morelos, a quien nombró su lugarteniente con el encargo de impulsar la lucha en el sur del país, lo que hizo con singular éxito. |
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