Conflicto magisterial: rectificar el camino
Garantizar la gratuidad, la evaluación democrática, los derechos laborales y las plazas a los egresados normalistas, así como cancelar las órdenes de aprehensión giradas contra los profesores inconformes.
A reserva de que los acuerdos alcanzados ayer en la capital guerrerense se
concreten con la firma de un documento –lo que no había ocurrido hasta el cierre
de esta edición–, la reactivación de las negociaciones hace pensar que el
conflicto magisterial en esa entidad pudo haberse resuelto desde un principio,
en caso de que hubiese prevalecido la voluntad política y de diálogo por sobre
las posturas amenazantes y autoritarias: estas últimas, sin embargo, salieron a
relucir por parte del régimen encabezado por Aguirre, con medidas como la
suspensión de salarios a los profesores inconformes y con amenazas de desalojo a
los bloqueos carreteros, que hicieron recordar inevitablemente la cruenta
represión sufrida por normalistas de Ayotzinapa en diciembre de 2011. Tales
elementos enturbiaron el proceso de negociación e hicieron que el conflicto se
prolongara y creciera en forma innecesaria y riesgosa.
Por otra parte, el disenso entre las autoridades de Guerrero y el magisterio
constituye un botón de muestra del potencial desestabilizador que encierra la
reforma educativa promovida por el gobierno federal y las cúpulas de PRI, PAN y
PRD, avalada en la mayoría de los congresos estatales. El rechazo a esas
enmiendas constitucionales se ha dejado sentir en semanas recientes con
movilizaciones magisteriales en todo el país y ayer mismo hubo una marcha en
Oaxaca, en donde más de 20 mil docentes participaron en repudio a tales
modificaciones.
En suma, aunque en el caso de Guerrero las gestiones parecen encaminarse hasta ahora a una solución del conflicto magisterial, sería un error que el gobierno federal y el trinomio partidista que lo respalda en materia educativa apostaran a la capacidad de contención de los gobiernos estatales ante a la inconformidad de los docentes. Por la creciente explosividad de la situación que se vive en entidades como Guerrero y Oaxaca, las autoridades tendrían que rectificar el camino y reconocer la inviabilidad política de las cuestionadas reformas educativas, pues es claro que éstas no podrán ser instrumentadas por la vía de la negociación –cancelada desde el momento en que las autoridades marginaron al magisterio de la elaboración del proyecto correspondiente– y que los riesgos de intentar imponerlas por vía de la fuerza son sumamente elevados.
En suma, aunque en el caso de Guerrero las gestiones parecen encaminarse hasta ahora a una solución del conflicto magisterial, sería un error que el gobierno federal y el trinomio partidista que lo respalda en materia educativa apostaran a la capacidad de contención de los gobiernos estatales ante a la inconformidad de los docentes. Por la creciente explosividad de la situación que se vive en entidades como Guerrero y Oaxaca, las autoridades tendrían que rectificar el camino y reconocer la inviabilidad política de las cuestionadas reformas educativas, pues es claro que éstas no podrán ser instrumentadas por la vía de la negociación –cancelada desde el momento en que las autoridades marginaron al magisterio de la elaboración del proyecto correspondiente– y que los riesgos de intentar imponerlas por vía de la fuerza son sumamente elevados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario