Peña Nieto: cartas cerradas
Pemex:
Cuento de la lechera, otra vez
Pemex:
seis líneas de acción
Cuento de la lechera, otra vez
Carlos Fernández-Vega
En la refinería de Salamanca, el presidente Enrique Peña Nieto, acompañado por el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong (a la derecha), muestra el timbre conmemorativo del 75 aniversario de la expropiación petroleraFoto Notimex
Pues nada, que el presidente Enrique Peña Nieto se niega a abrir sus cartas de
Acto cajonero el de ayer en la refinería de Salamanca, Guanajuato, durante el cual Peña Nieto reiteró las virtudes de la industria petrolera (aún) nacional, sus jugosas aportaciones al erario, su decidida contribución al crecimiento del país y el potencial en reservas probadas, probables y posibles. Pero del contenido concreto de su propuesta modernizaciónenergética –especialmente en el área petrolera–, y en el 75 aniversario de la expropiación cardenista se limitó a repetir lo dicho por sus cinco antecesores en la residencia oficial: “frente a la nación digo que Pemex no se vende ni se privatiza… es y seguirá siendo patrimonio de todos los mexicanos”.
modernizadora, nada.
En cambio, ofreció seis
líneas de accióncon las que, dijo, se
transformaráa Pemex, se
liberaráel
gran potencial económicodel país y de
democratizará la productividad(lo que ello quiera decir): nueva estructura organizacional, ética corporativa, promoción del crecimiento verde, incentivar el desarrollo de cadenas nacionales, inversiones de mayor valor agregado y rentabilidad, e incrementar la capacidad de inversión y desarrollo tecnológico. Todo ello, desde luego, para
conservar la propiedad del Estado y maximizar la renta petrolera.
Con eso y un jarrito de atole se lograría, cuando menos, lo siguiente: “defender la soberanía nacional en el sector energético, impulsar que la reforma energética apoye la economía familiar, reducir las tarifas a empresas, elevar la competitividad y garantizar el abasto seguro y oportuno, con tecnología e inversión necesarias, para beneficiar a todos los mexicanos…. Con la reforma energética habrá de mejorar todo México”. Así de sencillo, pero absolutamente nada sobre la oferta concreta de su gobierno para
modernizar sin privatizar.
Otra vez el cuento de la lechera, de tal suerte que el inquilino de Los Pinos desperdició la ocasión para utilizar el aniversario de la expropiación petrolera (el primero en su mandato, que adelantó por su viaje al Vaticano) para dejar en claro cuál es la ruta por él propuesta, su alcance, y clarificar de qué se trata su oferta
no privatizadora, según afirma. Que Pemex
no se vende ni se privatizase ha institucionalizado como una frase de ocasión, repetida a lo largo de cinco sexenios, o lo que es lo mismo, en 30 actos conmemorativos del decreto cardenista de 1938.
Por ello, vale el siguiente ejercicio: por el lado priísta, que
es firme propósito de mi gobierno apoyar el fortalecimiento de Petróleos Mexicanos, prometió Miguel de la Madrid, y desde entonces prácticamente
desaparecióla industria petroquímica del Estado, mientras la inversión en la paraestatal cayó dramáticamente; que
en materia de petróleo no aceptamos ninguna obligación que implicara merma en este mandato soberano, aseguró Carlos Salinas, y fraccionó Pemex para facilitar la privatización y abrir una de las puertas traseras por la que entraría el capital foráneo; que
de ninguna manera aceptaremos que la soberanía y la dignidad de México sean instrumento de intereses políticos del exterior, subrayó Ernesto Zedillo, y abrió la otra puerta trasera.
Por el lado panista, que en materia energética
es claro el deseo y el mandato del pueblo de México, por eso va mi palabra de que Pemex no se privatizará, dijo Fox, mientras entregaba, por medio de los
contratos de servicios múltiples, el gas natural a las trasnacionales y daba entrada al capital privado en otras áreas del sector energético nacional; que
seguiremos ejerciendo plena soberanía sobre nuestros hidrocarburos, prometió Felipe Calderón, y para el capital privado rehabilitó los contratos de riesgo disfrazados de
contratos integrales de exploración y producción. Que no se privatiza, pues, y esos cinco gobiernos neoliberales hicieron circo y maroma para proceder exactamente en sentido contrario, y dejar a Pemex en calidad de queso gruyere por cuyos agujeros el capital privado le mete la mano.
Regresó el tricolor, y lo hace con aires
Si Enrique Peña Nieto instruyó a su equipo (o al revés) armar una
Petróleos Mexicanos puede mantenerse como propiedad del Estado, pero
Y para la nota de sociales, ayer en la refinería de Salamanca –como desde 1996, en cada aniversario de la expropiación petrolera en el que le ha tocado participar– el autodenominado
aperturistas. Desde su campaña electoral, e incluso antes, Enrique Peña Nieto prometió
modernizarPemex y dar acceso al capital privado
sin perder la soberanía del Estado. Para ello, su partido, con ideología amoldable, modificó sus estatutos para que la propuesta peñanietista no chocara con los
principios básicosde la empresa… perdón de la organización política, y todos contentos, porque los cambios serían
para beneficio de todos los mexicanos. ¿Y qué se escuchó en el primer aniversario que encabeza Peña Nieto? Por sexto sexenio consecutivo, que Pemex
no se privatiza, sólo se
moderniza. Demasiado discurso vergonzante como para que sea casualidad.
Si Enrique Peña Nieto instruyó a su equipo (o al revés) armar una
reformaal sector energético, pues que hable claro, que abra las cartas, que detalle en qué consiste su oferta, porque finalmente la oferta de
no privatizar Pemextampoco dice nada, toda vez que el tema de fondo no es la entrega de la paraestatal a manos privadas, sino la privatización del mercado energético nacional.
Petróleos Mexicanos puede mantenerse como propiedad del Estado, pero
modernizadacomo una suerte de oficialía de partes, de
registradorade permisos y/o concesiones otorgadas por el gobierno federal, para que el capital privado explore, explote, transforme, transporte y comercialice hidrocarburos. Allí está el caso de la minería, cuya riqueza, oficialmente, es propiedad de la nación, pero sus beneficios, amén de abundantes, son íntegramente privados. Entonces, urge claridad, si la pretensión gubernamental es la credibilidad. Sin la primera, la segunda brillará por su ausencia.
Y para la nota de sociales, ayer en la refinería de Salamanca –como desde 1996, en cada aniversario de la expropiación petrolera en el que le ha tocado participar– el autodenominado
líderde los petroleros, el impresentable Carlos Romero Deschamps, llegó con indumentaria de tapete cortesano: derrochó piropos para el inquilino de Los Pinos en turno, y entre líneas, suplicante, le dijo
no seas malito, muñeco: no se te vaya a ocurrir aplicarme la de Elba Esther.
Las rebanadas del pastel
Y si de credibilidad se trata, en los largos discursos de ayer y las múltiples referencias a la soberanía energética del país no apareció siquiera una palabra sobre la fantasmal Refinería Bicentenario, anunciada por primera vez el 18 de marzo de 2008 por Felipe Calderón, en el 70 aniversario de la expropiación. Cinco años después ni un tornillo han colocado, por mucho que la dependencia de combustibles ha crecido como la espuma.
No hay comentarios:
Publicar un comentario