Lo más importante que deben coleccionar los museos
son ideas y su contexto
Cuestiona experta suiza que podría existir nueva forma de colonialismo bajo
el discurso del arte
La feria tiene de todo para todos: pintura, escultura,
instalaciones, video o fotografíaFoto Víctor Camacho
Alondra Flores
Periódico La Jornada
Domingo 14 de abril de 2013, p. 3
Domingo 14 de abril de 2013, p. 3
¿La simple acumulación es el precepto central que rige la
adquisición de obras de arte contemporáneo, ya sea de insti- tuciones
museísticas o de coleccionistas privados?, fue el cuestionamiento que privó en
una conferencia, que derivó en charla, con cinco curadores de arte, provenientes
de Europa, Estados Unidos y México.
Coleccionando al mundo se tituló el encuentro de especialistas en el
contexto de la feria de arte Zona Maco, donde hablaron desde su propia
experiencia al trabajar en diferentes recintos y las directrices de sus
colecciones. Formas de colonialismo, el arte local y de lugares emergentes, como
India, América Latina y China, fueron algunos de los temas que destacaron.Para evitar los vicios del nuevo colonialismo es necesario evitar el reduccionismo de la colección de un museo a una de objetos, advirtió Dieter Roelstraete, curador proveniente de Bélgica y quien actualmente trabaja en el Museo de Arte Contemporáneo de Chicago.
“Por supuesto que los museos coleccionan objetos, esculturas, fotografías, contratos para exhibir performance. Pero, la cosa más importante que un museo debe colectar son ideas y su contexto”, afirmó ante un salón prácticamente lleno, en el que los conferencistas hablaron en inglés, incluso la moderadora pidió una disculpa cuando la única mexicana participante lo hizo en español.
Producción global
Mirjam Varadinis, curadora suiza, introdujo la conversación al
presentar la premisa que reunía a los ponentes esa tarde en el pequeño salón
improvisado dentro del centro de convenciones, rodeado por paneles
intercambiables con costosas obras de arte sobre sus muros.
Reflexionar sobre la forma en que las instituciones deben reaccionar ante la producción global del arte de los recientes años, acotó. Y comentó que grandes museos han comenzado a expandir sus políticas de colección al adquirir obras de arte producidas en diferentes partes del mundo, de áreas como América Latina, Asia y África.
¿Es una simple repetición del viejo modelo de los museos, basados en la idea de reunir los tesoros de todo el mundo para crear momentos de maravilla y asombro? ¿O se podría decir también que es una nueva forma de colonialismo bajo el discurso del arte?, planteó ante casi una cuarentena de personas en la sala, pero que poco a poco fueron abandonándola prácticamente hasta el vacío.
Dos piezas en específico, una fotografía y una escultura, la primera de
Robert Smithson y la segunda de Sam Durant, fueron punto de referencia de Magalí
Arriola, curadora de la Fundación/Colección Jumex. Ambas, fueron adquiridas en
2001 por ese organismo mexicano.
En un escenario poco esperado, Heike Munder, directora de un pequeño museo en Zurich, Suiza, fundado apenas en 1996, expuso la necesidad de adquirir obras con una idea muy definida, ante los pocos recursos de un espacio independiente, y prácticamente le pidió a Arriola:
Al final, una carcajada sonora, consciente casi enseguida de la imprudencia, surgió desde la primera fila. Así reaccionó una visitante extranjera, muy conocedora al parecer, ante la pregunta de un joven que hacía un esfuerzo por elaborar su pregunta en un correcto inglés:
Una realidad es que 99 por ciento de una colección generalmente está almacenada, fue la respuesta.
Implícitamente se supone que museos, fundaciones y colecciones son las más de las veces instancias devoradoras y por demás legitimadoras de una serie de parámetros y discursos establecidos, antes que entidades críticas y plataformas totalizadoras para la producción de sentido, señaló la especialista mexicana.
Desde esta perspectiva parece importante pensar en el coleccionismo no sólo en términos de adquisición, gestión y acumulación de una serie de elementos con determinado valor simbólico, histórico o artístico, sino sobre todo como una práctica capaz de detonar una serie de cuestionamientos que hacen base al compromiso sobre qué se hace con la obra de los artistas.
En un escenario poco esperado, Heike Munder, directora de un pequeño museo en Zurich, Suiza, fundado apenas en 1996, expuso la necesidad de adquirir obras con una idea muy definida, ante los pocos recursos de un espacio independiente, y prácticamente le pidió a Arriola:
Háblale a tus jefes de nosotros, pues la colección Jumex posee más de 2 mil 500 obras.
Al final, una carcajada sonora, consciente casi enseguida de la imprudencia, surgió desde la primera fila. Así reaccionó una visitante extranjera, muy conocedora al parecer, ante la pregunta de un joven que hacía un esfuerzo por elaborar su pregunta en un correcto inglés:
¿Creen que existe un momento en que un museo esté lleno?
Una realidad es que 99 por ciento de una colección generalmente está almacenada, fue la respuesta.
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