ACADEMIA DE 14 AGOSTO DE 2012

ACADEMIA DE  14 AGOSTO DE 2012
TURNO VESPERTINO

miércoles, 30 de enero de 2013

Contrastan las formas artísticas en el arte moderno de América Latina
Reúnen 41 pinturas y dos esculturas creadas entre 1917-2005
Revisamos un par de colecciones para hallar paralelismos de las influencias de las vanguardias europeas, dice la directora del recinto
Merry MacMasters
Periódico La Jornada
Miércoles 30 de enero de 2013, p. 5
La exposición El verbo es conjugar: arte moderno latinoamericano, montada en el Museo Mural Diego Rivera, que reúne 41 pinturas y dos esculturas que abarcan de 1917 a 2005, se organizó al revés.
Es decir, en vez de buscar las obras a partir de premisas curatoriales, primero revisamos un par de colecciones y de allí nació la idea de hacer la muestra, de encontrar paralelismos de las influencias de las vanguardias europeas tanto en México como en varios países de Sudamérica, expresa Montserrat Sánchez Soler, directora del recinto ubicado en avenida Balderas y Colón, sin número, Centro Histórico.
Aporte de Juan García Ponce
El propósito es mostrar el contraste de formas artísticas en el moderno arte latinoamericano. Partimos de esta concepción, puesto que una de las premisas teóricas de la exposición es que al arte en este caso lo concebimos como la evolución de las formas pero, sobre todo, de formas inéditas creadas por el hombre según el teórico francés Jacques Thuillier, explica el curador Arturo López Rodríguez.
Así, ubicamos una serie de piezas para dar justamente estos binomios o dualidades. Lo que pretendemos es que a partir de los cuatro núcleos temáticos de la exposición y de la museografía, es mostrar al espectador el desarrollo de las formas artísticas en Latinoamérica, que definen la historia de las ideas estéticas en la región, de los estilos, con un entramado de multiplicidad, de modalidades, correspondencias, confrontaciones, retornos y entrecruzamientos. Eso es lo que nos interesa.
Con base en tales premisas, El verbo es conjugar: arte moderno latinoamericano se estructuró en cuatro núcleos temáticos que tienen que ver con algunas ideas sobre arte expresadas por el escritor Juan García Ponce, también visto como un vidente.
El primero se titula Apariencias de la perspectiva, que arranca con la premisa teórica de que toda imagen encarna un modo de ver que se vuelve tornadizo andando el tiempo. Es decir, que el objeto artístico tiene una significación histórica, geográfica y una multiplicidad de interpretaciones que son infinitas tanto por la fecundidad de la obra misma como por la infinidad de personajes interpretantes.
Foto
Jóvenes con conchas, 1945, óleo de Mario Carreño (La Habana 1913-Chile 1999), forma parte de la exposición montada en el recinto de Balderas y Colón, Centro HistóricoFoto Cortesía del Museo Mural Diego Rivera
Aquí una obra del jaliciense Manuel González Serrano se contrasta con una del constructivista argentino Roberto Aizenberg, por ejemplo.
Diego Rivera y María Izquierdo
Para el núcleo Presencias de lo popular se hizo una selección de piezas representativas de artistas nacionales, pero también extranjeros que retomaron de las vanguardias internacionales ciertos lenguajes modernos para apropiarse de su propio desarrollo sin perder sus raíces tradicionales y locales. En este apartado se incluyen artistas como Diego Rivera, Emilio Pettoruti, Luis García Guerrero, Rafael Barradas, María Izquierdo y Pedro Figari.
El tercer apartado, con título Perfiles de la apariencia, retoma las ideas de Juan García Ponce, en ese caso la premisa es que lo visible reinventa el arte. Las visualizaciones (y disoluciones) de la forma (el cuerpo, el paisaje, el espacio) revelan la continua fluctuación entre el arte figurativo y el sintetismo de la línea, la forma y el color, bajo el perceptible influjo de los movimientos de la vanguardia internacional. Los pintores indagan las posibilidades de unir los lenguajes modernos con los temas y la irisación de cada país.
En Apariciones de lo invisible, el último núcleo, se explora el vínculo de los artistas latinoamericanos con las formas del expresionismo y el surrealismo abstractos de Europa y Estados Unidos. Las dos esculturas son de Germán Cueto y Pablo Atchugarry.
Las obras provienen de colecciones como la de José Antonio Pérez Simón y la de Pascual Gutiérrez Roldán, así como de los museos de Arte Moderno y Carrillo Gil; incluso hay obra que estaba en el Centro Nacional de Registro del Patrimonio Artístico Mueble, del Instituto Nacional de Bellas Artes.

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