ACADEMIA DE 14 AGOSTO DE 2012

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TURNO VESPERTINO

jueves, 24 de enero de 2013

En el Museo Jardín del Agua se reivindica un verdadero tesoro
El proyecto prevé incorporar unas 40 hectáreas de espacios verdes que permitirán regenerar la flora y la fauna lacustre en el Bosque de Chapultepec, dice el ex titular del Museo de Historia Natural y Cultura Ambiental
Por primera vez, un libro documenta el devenir de ese complejo hidráulico
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Aspecto del mural El agua: origen de la vida en la Tierra, que Diego Rivera pintó en el Cárcamo de Dolores, en el Bosque de Chapultepec, que ahora forma parte del acervo del Museo de Historia Natural y Cultura AmbientalFoto Luis Humberto González
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Otro aspecto del mural creado por Diego Rivera en el Cárcamo de Dolores, en la segunda sección del Bosque de Chapultepec, cuya historia e importancia se describe en el libro El agua: el origen de la vida en la tierra. Diego Rivera y el Sistema Lerma. Abajo, vista de esa obra construida por el arquitecto Ricardo Rivas en 1951Foto Luis Humberto González
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Vista de esa obra construida por el arquitecto Ricardo Rivas en 1951Foto Luis Humberto González
Merry MacMasters
Periódico La Jornada
Jueves 24 de enero de 2013, p. 4
El Museo Jardín del Agua, recinto que se dio a conocer a finales de 2012 y se ubica en la segunda sección del Bosque de Chapultepec, subraya el verdadero tesoro que estaba aquí, expresa Eduardo Vázquez Martín, quien hasta el 15 de enero fungió como director del Museo de Historia Natural y Cultura Ambiental. Es decir, fue erigido para evidenciar la conectividad que hay entre elementos que parecían aislados.
¿Qué elementos son éstos? En primer lugar, la presencia del pintor y muralista Diego Rivera en el Cárcamo de Dolores: las pinturas de la cámara de distribución conocidas como El agua: origen de la vida en la Tierra y la Fuente de Tláloc.
Luego, los cuatro tanques centenarios de almacenamiento, cada uno con capacidad para 50 millones de litros de agua, lo que equivale a 30 por ciento del suministro que recibe la ciudad de México, con también cuatro respiraderos.
Finalmente, la cámara de válvulas conocida como Cámara Baja de Molino del Rey, a donde entra el agua para su distribución en la urbe, y la poligonal del Bosque de Chapultepec que los acoge.
Asimismo, el pasado diciembre fue presentado El agua: origen de la vida en la tierra. Diego Rivera y el Sistema Lerma. Se trata delprimer libro”, en palabras de Eduardo Vázquez Martín, que documenta la historia de esa relevante obra artística y de ingeniería hidráulica.
Isóptica nueva
El proyecto del Museo Jardín del Agua prevé la incorporación de casi 40 hectáreas de áreas verdes y espacios abiertos que permitirán regenerar la flora y la fauna lacustre en esta zona del Bosque de Chapultepec.
La Secretaría del Medio Ambiente, del Gobierno del Distrito Federal (GDF), entregó el conjunto del Cárcamo de Dolores al Museo de Historia Natural y Cultura Ambiental, que lo convirtió en una sala del museo, señala Vázquez Martín en entrevista.
La restauración integral y apertura al público del Cárcamo de Dolores, en 2010, constituye el eje a partir del que se articula el Museo Jardín del Agua. Las partes que integra responden a diferentes etapas en la construcción de esta obra de ingeniería hidráulica.
Con su incorporación al acervo del Museo de Historia Natural y Cultura Ambiental, que actualmente dirige María Guadalupe Fragoso García, “estas invaluables obras se suman a su patrimonio, lo que en los hechos es la más importante aportación al museo desde que en 1929 su antecesor, el Museo Nacional Universitario del Chopo, recibió el Diplodocus donado por Louis Carnegie”, acota Vázquez Martín.
El edificio del Cárcamo de Dolores, que contiene lo que se concibió como un mural subacuático, El agua: origen de la vida en la Tierra, es obra del arquitecto Ricardo Rivas, y fue construido en 1951 con la finalidad de conmemorar el final de las obras –emprendidas en 1943– de conjunción de los caudales de los sistemas Lerma y Cutzamala, que abastecen de agua a la urbe. Enfrente, Rivera creó la Fuente de Tláloc, pensada para verse fundamentalmente desde el cielo, ya que ésta es la ruta de los aviones y en los años 50 del siglo pasado volaban más bajo, explica Vázquez Martín.
Para la inauguración original del Cárcamo de Dolores se había colocado una gradería, entonces decidimos abrazar el monumento, darle una jerarquía que no tenía y después crearle una isóptica nueva, dice el entrevistado al referirse a la intervención del arquitecto Alberto Kalach con la creación de la plaza pública y foro de observación del escultomural de la fuente. El resultado es una ágora piramidal, con aforo para mil personas.
De acuerdo con el poeta y promotor cultural, el diseño de Kalach responde al “lenguaje arquitectónico de clásico tolteca –así le decía Diego Rivera– del edificio. De hecho, la integración de este patrimonio artístico al proyecto del Museo Jardín del Agua incluye la sustitución de una vía de comunicación para automóviles por un andador peatonal y una plaza pública rematada por un talud ajardinado para la contemplación de la obra del muralista.
Propuesta de paleta vegetal
Alberto Kalach diseñó para el Museo Jardín del Agua una nueva propuesta de paleta vegetal, e introdujo la idea de interpretar el bosque en términos museográficos, al crear diferentes ambientes y enriquecer la calidad forestal de la zona con especies relativas a la diversidad biológica de México, asevera Eduardo Vázquez.
El agua: origen de..., alusivo a la importancia del líquido en la evolución de la vida y en la sociedad, se basa en la teoría del científico ruso Alexander Oparin.
En un principio, las aguas del Sistema Lerma entraban al área del mural, lo que con el tiempo lo fue erosionando, a pesar de la supuesta resistencia de los poliestirenos que empleó Rivera.
En 1992, el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) decidió rescatar el mural, trabajo concluido dos años después, y para ello se tuvo que desviar el cauce del agua.
A pesar de que la restauración del mural fue una noticia relevante, pues significaba el rescate de una obra fundamental de uno de los grandes maestros de la pintura mexicana, apenas pudo ser apreciado, ya que una indefinición acerca de su resguardo entre el INBA y el Bosque de Chapultepec propició que las puertas del Cárcamo de Dolores abrieran sólo ocasionalmente, escribe Eduardo Vázquez Martín en el libro El agua, origen de la vida en la tierra. Diego Rivera y el Sistema Lerma (Arquine/Secretaría del Medio Ambiente, GDF).
Para la restauración de 2010 del Cárcamo de Dolores, y su apertura al público, se acogió dentro del edificio la intervención sonora del artista Ariel Guzsik llamada Cámara de Lambdoma (ver recuadro), instrumento que reinterpreta los sonidos del agua, el viento y la luz solar, convirtiendo el cárcamo en un espacio acústico que acompaña al mural de Rivera.
Al traspasar el edificio construido por Rivas el visitante accede a los jardines cuyo diseño también fue concebido por el despacho de Kalach. Se trata de un paseo pedagógico y los jardines son nuevos para señalarlo, apunta Vázquez Martín.
El elemento mayor son los cuatro grandes tanques de agua de Molino del Rey, con sus respectivos respiraderos, cuya construcción fue iniciada por Porfirio Díaz y terminada en 1912 con Victoriano Huerta, para almacenar entonces las aguas dulces de los manantiales de Xochimilco y que en la actualidad forman parte del Sistema Lerma-Cutzamala.
A partir de los años 60 del siglo pasado, los tanques fueron adornados por el equipo del arquitecto Leónides Guadarrama, diseñador del edificio del Museo de Historia Natural y Cultura Ambiental, así como de los lagos y calzadas, kioscos y vialidades de esa sección del bosque, con cuatro largas fuentes en forma de serpientes, evidentemente inspiradas en la estética de Rivera y que evocan a su vez a Quetzalcóatl, ya presente en la Fuente de Tláloc.
El cuarteto de fuentes acaba de ser restaurado, se les dio menos profundidad con el fin de ahorrar agua. En la actualidad se está en el proceso de crear jardines de pasto y flores arriba de los tanques.
Por último, la Cámara Baja, un edificio neoclásico de mediana altura que forma parte del mismo complejo hidráulico, y también se remonta a principios del siglo XX, a la vez que sigue funcionando como hace 100 años, se le ha dado un aspecto de sala de museo al dotarla de información, por ejemplo, una historia de la cantidad de litros que aportan los sistemas Cutzamala, Lerma, Barrientos, Chiconautla, además de los pozos.
Al acceder al conjunto del Cárcamo de Dolores desde la avenida Constituyentes, se encuentra un centro cultural, también diseñado por Leónides Guadarrama en 1964, que estaba abandonado. Ahora lleva el nombre del arquitecto y urbanista Jorge Legorreta (1948-2012), y alberga una biblioteca especializada en el agua y en Diego Rivera, que irá creciendo.
Vázquez Martín recuerda que tres museos de ciencia acuden al espacio en cuestión: el Museo Tecnológico, el Papalote Museo del Niño y el Museo de Historia Natural y Cultura Ambiental, de manera que el Museo Jardín del Agua se concibe también como el campus museístico en el que convive un trío de los más relevantes recintos científicos del país.
Queda por hacer una obra mayor: la edificación del nuevo museo dedicado a la biodiversidad de México y la renovación de las viejas salas del Museo de Historia Natural y Cultura Ambiental, hace tiempo obsoletas, asegura el entrevistado.

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