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Bajo el piso de un edificio de El Tajín quedaron
enterrados cientos de fragmentos de antiguos murales. Arrancados de las paredes
y usados en el pasado como escombro, ahora surgen de la tierra gracias a las
excavaciones arqueológicas de la Universidad Nacional Autónoma de México en el
conjunto arquitectónico del Edificio de las Columnas.
Si hay algo que define el estatuto cultural
del periodo Epiclásico en Mesoamérica es la transformación de las instituciones
políticas del Estado, las que terminarían dando paso a modelos de gobierno que
enfatizaban la figura del gobernante como el centro indiscutible de las
relaciones sociales de la época. Si bien desde épocas antiguas en el culto al
soberano se expresaba el carácter sagrado que se le confería y el extraordinario
poder que en él se concentraba, es en este periodo cuando se advierte su
evolución hacia formas de autoridad que, a partir de ahora, no sólo se apoyarán
en una nueva ideología, sino que habrán de ir promoviendo el rápido ascenso de
una suerte de aristocracia guerrera. Esta aristocracia estaba indiscutiblemente
vinculada con una tradición cultural que se extendería por buena parte de
Mesoamérica, siempre ligada a las playas de arena negra del Golfo de México.
El Edificio de las Columnas A estos nuevos grupos políticos de El Tajín es a quienes debemo s de atribuir la edificación –en el punto más alto de la antigua ciudad– del Edificio de las Columnas y de su conjunto arquitectónico. Único en la región, en el edificio sobresale un patio central que luego de varias reformas constructivas terminó por adquirir, en el siglo X d.C., el aspecto que actualmente le conocemos, esto es, el de un patio hundido delimitado por varios grupos de aposentos. Una de sus escaleras arranca en la plaza de Tajín Chico, salvando la pendiente del terreno hasta llegar a la imponente fachada oriente. La escalinata conducía a un pórtico formado por grandes columnas de piedra esculpidas con escenas históricas. Las columnas de 13 Conejo Formadas por varios sillares sobrepuestos, muestran escenas con varios personajes, dispuestas en registros horizontales y separadas por complicados arreglos de bandas entrelazadas. Una de estas columnas, la misma que hace años llamó la atención de don Alfonso Caso y en la que identificó la representación de un gobernante de nombre 13 Conejo, muestra al soberano sentado en un banco, con la cabeza sin vida de uno de los prisioneros entre las piernas, mientras que otros dignatarios caminan a su encuentro conduciendo a los cautivos hasta el lugar mismo de su ejecución ritual. |
viernes, 21 de diciembre de 2012
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