Captura artista rostros femeninos dolientes ante el asesinato o tortura de familiares
Reúne 20 imágenes en gran formato de mujeres marcadas por el horror de la violencia en Colombia
Algunos de los
retratosde Erika Diettes, como se exhibieron en la iglesia Trinidad, en Houston, Texas, los cuales desde hoy podrán ser vistos por el público en la ciudad de MéxicoFoto cortesía de Ex Teresa Arte Actual
Alondra Flores
Periódico La Jornada
Viernes 11 de mayo de 2012, p. 5
Viernes 11 de mayo de 2012, p. 5
Con mi cámara he sido testigo muchas veces del instante en que una persona necesita cerrar los ojos porque se hace presente de nuevo el momento de dolor que dividió su vida en dos, manifestó la artista colombiana Erika Diettes.
Las fotografías impresas sobre telas de seda retratan mujeres que fueron obligadas a presenciar cómo sus seres queridos eran torturados y asesinados; dos decenas de testimonios dolientes que tuvieron que sufrir, como su propia tortura, la obligación de ver la violencia ejercida en el otro y fueron dejadas con vida para que sirvieran de testigos de esa crueldad.
Los sudarios son el retrato irreparable que deja la violencia en la humanidad, destacó la artista bogotana durante una conversación en el Museo Universitario del Chopo.
El dolor, el duelo, la ausencia y la memoria fueron las constantes que abordó sobre su trabajo y sobre su reciente serie que se exhibe en la ciudad de México, dentro de una capilla ubicada en el Centro Histórico.
Las telas transparentes suspendidas en lo alto fueron impresas en seda para transmitir que
ellas son seres que ya no pertenecían a este mundo. Que la violencia las había dejado muertas en vida. Es por esto que mi intención siempre estuvo en lograr imágenes diáfanas, fantasmales, que lograran capturar esa sensación y ese profundo deseo de trascender.
Los lienzos que cubren el rostro de los difuntos, estos sudarios, han quedado impresos por Diettes con las historias diversas: a una le asesinaron al padre enfrente, otra vio caer a su esposo a sus pies y su victimario le impidió recoger el cadáver apuntándola con un arma; otra alcanzó a ver el momento en que varios tiros atravesaron a su hijo, a otra la obligaron a ver la forma en que torturaban a su madre sacándole los ojos y cortándole la lengua, y la obligaron a permanecer allí hasta el momento en que finalmente murió. Otra fue violada por hombres armados durante horas interminables.
El proceso, familiar a cualquier sesión de retratos, consistió en disponer de un estudio, explicó. La modelo se abandonó a sí misma ante la capacidad de inmortalizar ese instante, más allá de la idealización de los rostros, si no la trascendencia del dolor.
La intención de los sudarios, detalla,
Relata sus experiencias con personas, principalmente mujeres, que han perdido a sus hijos, esposos o hermanos en el contexto determinado de Colombia, su país natal. Hasta el día de hoy ha recibido más de 300 testimonios, se le han confiado evidencias físicas, detalles e intimidades no sólo de la violencia, sino de la forma en que la vida se reconfigura, se restructura y sigue a pesar de ello. La ausencia de un cuerpo que provoca que en medio de la desesperanza un buitre sea una luz, porque podría ser portador de la ubicación de los despojos mortales de los seres queridos.
Estuvimos dispuestas a transitar por lugares oscuros. Ellas a contar el momento en que quedaron condenadas a recordar que la posibilidad de olvidar, así sea un pequeño detalle, ya no existe. Y yo, a registrar ese momento para poder construir esta obra, porque tengo la firme convicción de que el arte cumple una función muy importante en la construcción de la memoria de un país.
La intención de los sudarios, detalla,
es lograr que el espectador se integre, camine entre estos universos impenetrables y aparentemente ajenos cuando observa ese instante en el que las mujeres cierran los ojos porque no encuentran otra manera posible de comunicar la dimensión del horror que presenciaron y la intensidad del dolor al que fueron sometidas.
Relata sus experiencias con personas, principalmente mujeres, que han perdido a sus hijos, esposos o hermanos en el contexto determinado de Colombia, su país natal. Hasta el día de hoy ha recibido más de 300 testimonios, se le han confiado evidencias físicas, detalles e intimidades no sólo de la violencia, sino de la forma en que la vida se reconfigura, se restructura y sigue a pesar de ello. La ausencia de un cuerpo que provoca que en medio de la desesperanza un buitre sea una luz, porque podría ser portador de la ubicación de los despojos mortales de los seres queridos.
La historia de un país no puede ser escrita en silencio y su memoria no debería construirse en la oscuridad. Por esto considero que contar, registrar, mostrar y tratar de entender nuestra historia desde todas las perspectivas posibles es más que una necesidad, aseveró.
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