EN MANOS DE COATLICUE
Iliana Godoy
Iliana Godoy
Deidades como la Coatlicue de Coxcatlán (a) y las cihuateteo (b, c, d)
presentan analogías relacionadas con el sentido mítico de la gran Coatlicue.
Fotos: Marco Antonio Pacheco / Raíces. Michel Zabé / Raíces. Agustín Uzárraga / Raíces
presentan analogías relacionadas con el sentido mítico de la gran Coatlicue.
Fotos: Marco Antonio Pacheco / Raíces. Michel Zabé / Raíces. Agustín Uzárraga / Raíces
Las ofrendas que rodean a Coatlicue permiten reconocer su
jerarquía máxima como diosa de la vida y de la muerte, que
ejerce su dominio a través del acuerdo entre pensamiento
(cabeza), sentimiento (corazón) y manos (acción).
jerarquía máxima como diosa de la vida y de la muerte, que
ejerce su dominio a través del acuerdo entre pensamiento
(cabeza), sentimiento (corazón) y manos (acción).
A partir del Renacimiento, en el arte occidental surge la figura del artista individual y al mismo tiempo cobra valor el concepto de autenticidad. Tanto las obras firmadas como aquellas que cuentan con documentación original proporcionan a los investigadores elementos que permiten validar la atribución de obras anónimas.
El prestigio casi mítico de los grandes genios del arte europeo ha generado un aura de sacralización. La Piedad de Miguel Ángel, La Gioconda de Leonardo, El Beso de Rodin, Los Girasoles de Van Gogh, se han convertido en verdaderos iconos cuya popularidad los transforma en atractivo turístico y objeto de vigilancia en los museos famosos.
El arte ha entrado al mercado y la detección de falsificaciones se ha convertido en un reto. A fin de determinar la autenticidad de un cuadro ha resultado muy importante la observación de detalles como las manos y los pies de los personajes. Es en esos fragmentos que pocos advierten donde se manifiesta el estilo personal del autor y se fundamenta la autenticidad de la obra.
El prestigio casi mítico de los grandes genios del arte europeo ha generado un aura de sacralización. La Piedad de Miguel Ángel, La Gioconda de Leonardo, El Beso de Rodin, Los Girasoles de Van Gogh, se han convertido en verdaderos iconos cuya popularidad los transforma en atractivo turístico y objeto de vigilancia en los museos famosos.
El arte ha entrado al mercado y la detección de falsificaciones se ha convertido en un reto. A fin de determinar la autenticidad de un cuadro ha resultado muy importante la observación de detalles como las manos y los pies de los personajes. Es en esos fragmentos que pocos advierten donde se manifiesta el estilo personal del autor y se fundamenta la autenticidad de la obra.
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