Ir a Otumba fue como una revelación, dice John McGhee
La exposición El mundo es un carrusel reúne cuadros, dibujos y cajas de arte objeto del artista de origen neoyorquino
Deshuesaderos de esa población inspiraron su serie Carros chocados que plantea
Deshuesaderos de esa población inspiraron su serie Carros chocados que plantea
una metáfora para representar el mundo de hoy: hacen cosas y al rato las tiran, indica
John McGhee, pintor naturalizado mexicano, quien cumplirá 90 años el próximo lunes, comenzó su relación con el país en 1950. En la imagen, durante la entrevista con La JornadaFoto Guillermo Sologuren
Merry MacMasters
Periódico La Jornada
Viernes 18 de mayo de 2012, p. 3
Viernes 18 de mayo de 2012, p. 3
En vísperas de su cumpleaños 90, el lunes 21, el pintor de origen neoyorquino John McGhee, cuya relación con México se inició en 1950, inauguró anoche una exposición en el Salón de la Plástica Mexicana.
Se trata de El mundo es un carrusel, retrospectiva que reúne 34 pinturas, dibujos y cajas de arte objeto en el recinto de la calle Colima 196, colonia Roma.La muestra comprende obra reciente de 2011, porque McGhee no ha dejado de pintar. Incluso Carros chocados es una serie que nació al ver los deshuesaderos de automóviles que han proliferado en los alrededores de Otumba, estado de México, donde tiene una casa con su esposa Olga Jurado.
A Johnny le interesan estos carros por las formas y los utiliza como
una metáfora para representar el mundo que tenemos hoy. Hacen cosas y al rato las tiran.
Ir a vivir a Otumba en 1965 significó su descubrimiento del color:
En aquellos tiempos había más esmog en la ciudad de México y las cosas estaban muy grises. Ir a Otumba fue como una revelación. Toda la vida había vivido en ciudades, entonces, fue muy agradable mudarme al campo y estar en un pueblito muy tranquilo, aunque ya no está tan tranquilo. Sus coches chocados son de un colorido fuerte, chillón.
De estilo realista –en algún momento lo llamaron neomexicanista: aun retrataba los personajes de Otumba–, McGhee, naturalizado mexicano hace un lustro, expresa que los automóviles
no son tan hiperrealistas como ideaba algunos cuadros en el pasado. No tengo la vista como antes, entonces, se me hace quizá más fácil pintar un poco más expresionista.
El entrevistado siempre toma sus temas de lo que ve a su alrededor. Los protagonistas de sus cuadros suelen ser seres marginales como Bartolo Lazcano, un habitante de los alrededores de Otumba, que tenía mal de Parkinson. Cada martes, que es día de plaza en esa localidad,
llegaba para pedir limosna, pero estaba en tan mal estado que tenía que gatear.
“Músicos de pueblo, pordioseros, albañiles magníficos, neveros: personajes de la provincia cuya presencia rotunda da vergüenza no haber reparado –hablo como pintor–, pues son un mundo rico, variado, colorido tan brillantemente que alegra tener un paisaje así, un país de luz”, escribió en 1989 Salvador Pinoncelly.
McGhee estudió arte en el prestigiado Instituto Pratt, en Brooklyn, gracias al GI Bill, el apoyo federal a veteranos de guerra.
El artista fue soldado en la Segunda Guerra Mundial:
Después del Pratt, asistió a otra escuela de arte y luego decidió pasar un mes en México. Cree que empezó a pintar, porque su padre era coleccionista de arte y lo llevaba a ver exposiciones y a los museos. A los 12 o 13 años empezó su carrera en el arte y a raíz de que conoció a su esposa en 1959 regularizó su situación migratoria en el país.
–Su obra es realista. ¿Recurre a la fotografía?
–Sí, ya casi he dejado la cámara de rollos, al fin conseguí una digital que encuentro más sencilla, ni siquiera tiene uno que fijarse en la luz. Nada más tomas la foto y ya. También gracias a La Jornada encuentro muchas fotos que puedo utilizar y de vez en cuando de otros periódicos. Hice una serie de dibujos de policías y soldados maltratando a las personas, más bien en dibujos. Tengo también, aunque no las he usado –empecé en 2001– fotos que recorté sobre Afganistán. Parece que los medios ya no se interesan por ese país.
–¿Está peleado con la situación actual?
–Sí. Somos de izquierda desde no sé cuándo y, por supuesto, vamos a votar por Andrés Manuel López Obrador.
–¿Muchas cosas de la vida actual no son de su agrado?
–No, hasta eso. Hoy, mientras desayunaba, pensaba en las deudas, pues al parecer no hay un país sin débito y eso me parece casi una cosa surrealista.
El artista fue soldado en la Segunda Guerra Mundial:
Como toda mi vida he tenido mala vista no me consideraron para combate y me mandaron a Panamá, junto al canal. Por eso estoy en México, porque allá empecé a aprender español. De regreso a Nueva York iba a un cine en que pasaban películas mexicanas con todos los famosos, como Jorge Negrete.
Después del Pratt, asistió a otra escuela de arte y luego decidió pasar un mes en México. Cree que empezó a pintar, porque su padre era coleccionista de arte y lo llevaba a ver exposiciones y a los museos. A los 12 o 13 años empezó su carrera en el arte y a raíz de que conoció a su esposa en 1959 regularizó su situación migratoria en el país.
–Su obra es realista. ¿Recurre a la fotografía?
–Sí, ya casi he dejado la cámara de rollos, al fin conseguí una digital que encuentro más sencilla, ni siquiera tiene uno que fijarse en la luz. Nada más tomas la foto y ya. También gracias a La Jornada encuentro muchas fotos que puedo utilizar y de vez en cuando de otros periódicos. Hice una serie de dibujos de policías y soldados maltratando a las personas, más bien en dibujos. Tengo también, aunque no las he usado –empecé en 2001– fotos que recorté sobre Afganistán. Parece que los medios ya no se interesan por ese país.
Otra cosa que sí es bueno de esta edad moderna son las fotocopias; entonces, como el papel de los periódicos no es muy bueno, llevo a fotocopiar todos los recortes.
–¿Está peleado con la situación actual?
–Sí. Somos de izquierda desde no sé cuándo y, por supuesto, vamos a votar por Andrés Manuel López Obrador.
–¿Muchas cosas de la vida actual no son de su agrado?
–No, hasta eso. Hoy, mientras desayunaba, pensaba en las deudas, pues al parecer no hay un país sin débito y eso me parece casi una cosa surrealista.
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