Hablar de una historia formativa implica evitar privilegiar la memorización de nombres y fechas, para dar prioridad a la comprensión temporal y espacial de sucesos
y procesos. Se debe trabajar para que los alumnos analicen el pasado para encontrar respuestas a su presente y entender cómo las sociedades actúan ante distintas
circunstancias, y a considerar que los conocimientos históricos no son una verdad
absoluta y única, ya que al comparar diversas fuentes descubren que existen diferentes puntos de vista sobre un mismo acontecimiento. también significa estudiar una
historia total que tome en cuenta las relaciones entre economía, política, sociedad
y cultura, con múltiples protagonistas que van desde la gente del pueblo hasta los
grandes personajes.
Desde esta perspectiva, la historia contribuye a entender y analizar el presente,
planear el futuro y aproximar al alumno a la comprensión de la realidad y sentirse parte de ella como sujeto histórico. La historia permite hacer del aprendizaje un proceso
de construcción permanente, tanto personal como social, mediante el desarrollo y
fortalecimiento de los valores para la convivencia democrática, la identidad nacional
y el legado histórico de la humanidad.
Es necesario que a lo largo de la Educación Básica la práctica docente brinde un
nuevo significado a la asignatura, con énfasis en el cómo, sin descuidar el qué enseñar,
para sensibilizar al alumno en el conocimiento histórico, y propiciar el interés y el gusto
por la historia.
Para el logro del enfoque es importante considerar el desarrollo del pensamiento
histórico.
el desar rol lo del pensamiento hi s tór i co
en los alumnos de educac ión bás i ca
Pensar históricamente implica reconocer que todos los seres humanos dependemos
unos de otros y que nuestro actuar presente y futuro está estrechamente relacionado
con el pasado. Además, significa comprender el contexto en sus diferentes ámbitos
–económico, político, social y cultural– en el que se han desarrollado las sociedades,
tomando en cuenta que los seres humanos poseen experiencias de vida distintas,
que les hacen tener perspectivas diferentes sobre los sucesos y procesos históricos
y acerca de su futuro. Por tanto, el pensamiento histórico implica un largo proceso de
aprendizaje que propicia que los alumnos, durante la Educación Básica y de manera
gradual, tomen conciencia del tiempo, de la importancia de la participación de varios
actores sociales, y del espacio en que se producen los hechos y procesos históricos.
En ese sentido, es fundamental dar continuidad al trabajo realizado con las competencias de los campos formativos de preescolar para fortalecer aspectos como el
tiempo personal, la secuencia cronológica y la noción de cambio referida a situaciones
cotidianas.
En los primeros dos grados de educación primaria el desarrollo de la noción de
tiempo constituye el principio del que se parte para entender el acontecer de la humanidad; sin embargo, para los alumnos el manejo del tiempo puede resultar difícil para
distinguir el orden temporal, la duración y la relación entre acontecimientos. Con el fin
de apoyarlos, los programas hacen hincapié en la noción de cambio, porque a partir de
ésta los alumnos empiezan a concebir y a medir el tiempo. En este sentido, la percepción del cambio y el uso de elementos e instrumentos relacionados con la medición del
tiempo les permite tener referentes básicos para ordenar cronológicamente y valorar
algunos acontecimientos de su historia personal, familiar y del lugar donde viven. Además, gradualmente aprenden que los objetos y los espacios que les rodean ofrecen
información sobre la vida de las personas y su pasado.
En tercer grado los alumnos avanzan en el desarrollo de nociones y habilidades
para la ubicación espacial y la comprensión de sucesos y procesos históricos de su
entidad; la interrelación que se da entre los seres humanos y su ambiente a través
del tiempo; la generación de habilidades para el manejo de información histórica; el
fomento de valores y actitudes para el respeto y cuidado del patrimonio cultural; y que
se perciban como protagonistas de la historia, desarrollen su identidad nacional, y se
formen con una conciencia responsable en su participación como miembros de una
sociedad al establecer relaciones entre el pasado y el presente.
En cuarto y quinto grados se estudia la historia de México; los alumnos poseen algunas ideas de cómo fue el pasado de nuestro país y han desarrollado algunas nociones
sobre el tiempo histórico y el manejo de las fuentes de información. Por ejemplo, al inicio
del cuarto grado ya tienen idea de las unidades de medición y ordenamiento del tiempo, como año, década y periodo, y el trabajo con a.C. y d.C.; ordenan secuencialmente
acontecimientos u objetos que les son significativos; distinguen cambios y permanencias visibles de un periodo a otro, y establecen relaciones causales sencillas y tangibles
entre acontecimientos, o entre los componentes naturales y la vida cotidiana. Asimismo,
saben que los objetos, las imágenes o los relatos son fuentes que brindan información
sobre cómo vivía la gente en el pasado. lgualmente, en estos grados los alumnos usan
esos conocimientos y avanzan en el desarrollo de la noción de tiempo histórico, pues
requieren un mayor grado de precisión para entender procesos históricos. Además profundizan en los cambios y permanencias en la vida cotidiana y en el espacio geográfico,
y logran distinguir más de una causa en los procesos de estudio.
En sexto grado se estudia la historia del mundo, por lo que el uso de a.C. y d.C.,
del cual los alumnos tienen referencias desde grados anteriores, les servirá para ubicar
en el tiempo una cultura o acontecimiento y para compararlos con otros, ejercitando
la simultaneidad. respecto a las nociones de cambio y permanencia, los alumnos reflexionan acerca de las transformaciones y permanencias en las maneras de pensar y
de organización social y política de las sociedades a lo largo del tiempo. En cuanto a la
multicausalidad, relacionan distintos ámbitos sociales, económicos, políticos, culturales y geográficos para explicar la vida cotidiana de los diferentes pueblos.
Al término de la educación primaria, los alumnos habrán avanzado en el desarrollo
del pensamiento histórico al tener un esquema mental de ordenamiento cronológico
que les permite establecer relaciones de causa-efecto y simultaneidad. A lo largo de
la secundaria, el trabajo con estas nociones tendrá que afianzarse, con la intención
de que al finalizar la Educación Básica puedan contextualizar, comprender y explicar
acontecimientos y procesos históricos, y valorar la participación de los distintos grupos
humanos en la historia. se caracteriza por la tendencia a considerar que sólo el presente tiene un significado
real y a ignorar la complejidad de los antecedentes y la responsabilidad por las consecuencias. Muchas de sus aspiraciones son a corto plazo o efímeras, por lo que su idea
de futuro es limitada. Si a ello se agrega que los medios de comunicación y los cambios acelerados de las sociedades de hoy refuerzan esa visión del presente, se podrá
entender que los adolescentes tienen dificultades para relacionar el tiempo en sus tres
dimensiones –pasado, presente y futuro– y para formular explicaciones complejas sobre los sucesos y procesos históricos. En consecuencia, es común que vean el pasado
como algo desligado del presente, y por tanto les resulte irrelevante.
Estas percepciones limitan el desarrollo de la conciencia social, la identidad y los
valores culturales. La escuela secundaria cumple una función social al promover el
desarrollo de la noción de tiempo histórico, requisito necesario para comprender
el pasado y el presente, que es la base para desarrollar una conciencia histórica. La
comprensión de la historia es una herramienta valiosa para desarrollar habilidades de
análisis, de comprensión, y un pensamiento claro y ordenado. La clase de Historia
debe convertirse en un ámbito que lleve a los alumnos a reflexionar sobre su realidad
y acerca de sociedades distintas a la suya. Para que la historia les resulte significativa,
es conveniente que el docente les proponga actividades en las cuales entren en juego
su imaginación y creatividad.
Los adolescentes entre 12 y 16 años experimentan cambios importantes en sus
características físicas y en sus relaciones con los demás. Su desarrollo cognitivo, su
capacidad de abstracción y uso del pensamiento formal deben impulsarse mediante
múltiples y diversas experiencias de aprendizaje que los lleven a comprender cómo
funciona el mundo social.
Al ser el tiempo histórico un concepto abstracto, los alumnos de secundaria tienen
regularmente una percepción confusa de él. En ocasiones su reflexión sobre el mundo
se caracteriza por la tendencia a considerar que sólo el presente tiene un significado
real y a ignorar la complejidad de los antecedentes y la responsabilidad por las consecuencias. Muchas de sus aspiraciones son a corto plazo o efímeras, por lo que su idea
de futuro es limitada. Si a ello se agrega que los medios de comunicación y los cambios acelerados de las sociedades de hoy refuerzan esa visión del presente, se podrá
entender que los adolescentes tienen dificultades para relacionar el tiempo en sus tres
dimensiones –pasado, presente y futuro– y para formular explicaciones complejas sobre los sucesos y procesos históricos. En consecuencia, es común que vean el pasado
como algo desligado del presente, y por tanto les resulte irrelevante.
Estas percepciones limitan el desarrollo de la conciencia social, la identidad y los
valores culturales. La escuela secundaria cumple una función social al promover el
desarrollo de la noción de tiempo histórico, requisito necesario para comprender
el pasado y el presente, que es la base para desarrollar una conciencia histórica. La
comprensión de la historia es una herramienta valiosa para desarrollar habilidades de
análisis, de comprensión, y un pensamiento claro y ordenado. La clase de Historia
debe convertirse en un ámbito que lleve a los alumnos a reflexionar sobre su realidad
y acerca de sociedades distintas a la suya. Para que la historia les resulte significativa,
es conveniente que el docente les proponga actividades en las cuales entren en juego
su imaginación y creatividad.
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