La gran biblioteca de Alejandría
A comienzos del siglo III a.C., los primeros faraones de la dinastía ptolemaica fundaron en Alejandría una biblioteca que debía reunir todo el saber de su tiempo. Pocas décadas después, ya tenía 500.000 libros.
Los reyes helenísticos de Egipto crearon una gran biblioteca con el objetivo de reunir todo el saber conocido en su capital, Alejandría, que se convirtió en el centro cultural del mundo helenístico. A principios del siglo III a.C., Egipto era, con diferencia, el más rico de los diferentes Estados en los que se había dividido el Imperio de Alejandro Magno. Los reyes del país, descendientes de Ptolomeo I, lugarteniente del gran conquistador, disfrutaban de una enorme opulencia gracias a la abundancia de productos agrícolas que recibían de las tierras del Nilo y que exportaban a través del Mediterráneo. Su corte se hallaba en Alejandría, desde donde, rodeados de una élite griega, gobernaban a la gran mayoría de población egipcia. La ciudad había sido fundada en 331 a.C. por Alejandro Magno, de quien los ptolomeos consideraban herederos. Así lo demostraba el hecho de que el cuerpo de Alejandro, al que se veneraba como un dios, estaba en la ciudad, adonde lo había traído Ptolomeo I. Pero los faraones griegos de Egipto no se conformaban con la riqueza; también buscaban prestigio, y uno de los medios para lograrlo era la cultura. Fue así como, a partir del siglo III a.C., Alejandría se convirtió en el más importante centro cultural griego, desplazando incluso a Atenas. Literatos, científicos y artistas acudían a la corte ptolemaica en busca de libros, maestros o intercambios con otros eruditos, y desde allí el saber de la civilización helénica irradiaba por todo el Mediterráneo e incluso más allá. Los Ptolomeos acogieron a científicos, filósofos o literatos, de los que esperaban que hicieran brillar su nombre por todo el mundo helenístico. Para albergar a estos sabios edificaron el Museo, el «templo de las Musas», situado en el barrio de Bruquión, cerca del mar y no lejos de la tumba de Alejandro y del palacio real. Muchos grandes nombres de la historia de la ciencia llevaron a cabo en Alejandría sus principales descubrimientos. Entre ellos destacan el médico Herófilo deCalcedonia, que descubrió el sistema nervioso, o Erasístrato, pionero de la cirugía; los matemáticos Euclides, padre de la geometría, y Apolonio de Perge; los astrónomos Hiparco de Bitina, que investigó las órbitas de los planetas, y Aristarco de Samos, que elaboró la primera teoría heliocéntrica; o el geógrafo Eratóstenes, a quien se atribuye la primera demostración de que la Tierra es redonda. Al mismo tiempo que atraían a su corte a los sabios más selectos de su época, los reyes de Egipto tomaron otra decisión trascendental: la de reunir las obras científicas y literarias más importantes del mundo conocido y preservarlas. Una tradición atribuye la iniciativa a Demetrio de Falero, político ateniense y discípulo de Aristóteles que acabó exiliado en Alejandría y persuadió a Ptolomeo para que recopilara «los libros de todos los pueblos de la tierra». El objetivo práctico más inmediato era el de proporcionar material de trabajo a los sabios que acudían al Museo, pero también había la voluntad de reunir el saber universal, en todas las disciplinas y de todos los pueblos, y conservarlo para las generaciones futuras. Ése fue, en todo caso, el origen de la mítica Biblioteca de Alejandría. La vida de las fastuosas instituciones culturales y científicas de Alejandría no se detuvo cuando Egipto cayó bajo soberanía de Roma, en el año 30 a.C. La Biblioteca siguió atrayendo a estudiosos durante largo tiempo, cuando sus libros no eran ya sólo rollos de papiro sino también códices de pergamino. Pero también se vio expuesta a amenazas y accidentes. Ya en el año 47 a.C. se quemaron numerosos libros que, al parecer, César pretendía transportar a Roma. La magnífica biblioteca del Serapeo fue destruida en el año 391 a instancias de Teófilo, patriarca de Alejandría, en el transcurso de unos disturbios entre paganos y cristianos. Lo que quedaba de la gran Biblioteca de los Ptolomeos fue quemado cuando los árabes conquistaron la ciudad en el año 641.
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